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Más allá de Tokio: Descubre las “Islas de Arte”, el secreto mejor guardado del Mar Interior de Japón

Olvídate por un momento de las luces de neón de Shibuya y los templos abarrotados de Kioto. En el Mar de Seto existe un archipiélago donde museos subterráneos, arquitectura de hormigón y calabazas gigantes conviven en silencio con la naturaleza, ofreciendo una experiencia surrealista para el viajero de 2026.

Cuando pensamos en Japón, la mente suele viajar automáticamente al cruce de Shibuya, al Monte Fuji o a los ciervos de Nara. Sin embargo, para el viajero que busca desconectar del turismo de masas y encontrar inspiración pura, el verdadero tesoro se esconde en la prefectura de Kagawa: las Islas de Arte de Setouchi.

Este conjunto de islas, encabezado por Naoshima, Teshima e Inujima, ha protagonizado una de las transformaciones más impresionantes del mundo. Lo que antaño fueron comunidades pesqueras envejecidas y zonas industriales en declive, hoy conforman un santuario global del arte contemporáneo, conocido como el Benesse Art Site, donde la naturaleza y la creatividad humana se fusionan sin costuras.

Foto: Viajar – El Periódico

Naoshima: Donde las calabazas miran al mar

La joya de la corona es Naoshima. Al llegar al puerto, el visitante es recibido por la icónica Calabaza Roja de la artista Yayoi Kusama, un preludio de lo que espera en la isla. Pero la verdadera magia ocurre tierra adentro (y bajo ella). El Chichu Art Museum, diseñado por el legendario arquitecto Tadao Ando, está construido casi enteramente bajo tierra para no alterar el paisaje natural de la isla. En su interior, iluminado únicamente por luz natural que cambia según la hora del día, se encuentran obras de Claude Monet y James Turrell. Es un espacio que invita al silencio absoluto y a la contemplación, lejos del ruido urbano.

Teshima: Una gota de agua arquitectónica

A unos minutos en ferry se encuentra la isla de Teshima, hogar de una de las estructuras más impactantes de la arquitectura moderna: el Teshima Art Museum. Más que un museo tradicional, es una enorme cáscara de hormigón blanco con dos aberturas al cielo, sin columnas ni vidrios. En su interior no hay cuadros colgados; la “obra” es el propio espacio, donde el viento entra libremente y gotas de agua brotan del suelo para correr como organismos vivos. Es una experiencia sensorial que los viajeros describen a menudo como espiritual, conectando el cielo, el mar y la tierra en un solo respiro.

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Una experiencia de “Turismo Lento”

A diferencia de la frenética Tokio, las Islas de Arte obligan a bajar el ritmo. Aquí no hay metro ni rascacielos; el transporte se realiza en bicicletas eléctricas alquiladas o autobuses locales. Los visitantes pueden hospedarse en casas tradicionales japonesas renovadas (Minshuku) o, si el presupuesto lo permite, dormir dentro del propio museo en el Benesse House Hotel. Además, el proyecto ha revitalizado la economía local: los abuelos de la isla gestionan cafeterías y los antiguos baños públicos han sido convertidos en el I Love Yu, una casa de baños termales llena de arte pop donde locales y turistas se mezclan al final del día.

¿Cómo llegar y cuándo ir?

Llegar requiere espíritu de aventura. Desde Tokio, se debe tomar el tren bala (Shinkansen) hasta Okayama, luego un tren local al puerto de Uno y finalmente un ferry. Aunque las islas se pueden visitar todo el año, la primavera y el otoño de 2026 se perfilan como las mejores épocas para evitar el calor húmedo del verano japonés. Para quienes buscan un Japón auténtico, estético y profundo, Setouchi es la parada obligatoria que no sale en las guías convencionales.

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