El Callejón del Diablo: la leyenda que atemorizó a una ciudad y terminó con un acto de redención
Un pasadizo oscuro, un hombre disfrazado y una historia que mezcla miedo, fe popular y justicia en una de las leyendas urbanas más inquietantes del pasado.

La leyenda del Callejón del Diablo relata cómo un hombre con malformaciones fingía ser una entidad demoníaca para aprovecharse del miedo de los habitantes, hasta que fue desenmascarado por dos pescadores. El relato sigue vivo como parte del folclore local.
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En los rincones más antiguos de la ciudad, aún se susurra la historia del Callejón del Diablo, una leyenda urbana nacida en una estrecha callejuela que conectaba San Martín con la zona de La Zanja. Se trataba de un pasadizo oscuro y silencioso, enmarcado por árboles, donde habitaba un hombre con deformidades físicas que supo aprovecharse del miedo colectivo.
Según la tradición oral, el hombre, oculto entre las sombras, se hacía pasar por el diablo, encendiendo cartuchos de azufre para atemorizar a quienes osaban cruzar el callejón de noche. La superstición y la fuerte religiosidad de la época llevaron a los pobladores a dejarle monedas de oro y joyas como ofrenda, con la esperanza de evitar que aquella presencia maligna entrara a la ciudad.
El misterio se mantuvo hasta que, una noche, dos pescadores decidieron enfrentar al supuesto ente. Al encontrar al hombre, lo enfrentaron y lo espantaron quemándole las posaderas con un carbón encendido. El suceso provocó que el impostor cayera enfermo, y en un intento de redimirse, decidió donar una buena parte de las joyas recolectadas a una institución dedicada a ayudar a personas pobres.
Así, la historia que comenzó como una farsa temible, se transformó en una anécdota de justicia y redención. Hoy, el Callejón del Diablo forma parte del folclore popular, recordándonos cómo el miedo puede convertirse en leyenda y cómo, incluso entre las sombras, puede nacer un acto de generosidad.