Natalia Jiménez ofrece concierto en el Auditorio Nacional
“Síganme y etiquétenme en sus historias de este show y los publicaré en mis redes”, fue el mensaje que recibieron los asistentes del concierto de la cantante española Natalia Jiménez la noche de ayer en el Auditorio Nacional.
Entre el público que esperaba pacientemente tras la tercera llamada, se podían observar coronas de flores —ya clásicas en los conciertos, principalmente de pop— como un eco del Coachella de 2012, cuando Lana del Rey las convirtió en un símbolo de la escena alternativa.
Bajo la luz tenue del recinto, los primeros aplausos surgieron de la nada, seguidos de uno que otro silbido de desesperación.
Con “Down Under” de Men At Work, la batería, el bajo, la guitarra, las percusiones y los metales aguardaban a la cantante en el escenario.
En la pantalla, se proyectaban imágenes de algunos conciertos de Natalia, musicalizadas con un popurrí instrumental de los temas “Me muero”, “El sol no regresa”, “Cada día más” y “Creo en mí”.
“¡Muy buenas noches tengan todos ustedes! Gracias por estar aquí, den la bienvenida a la española más mexicana, la única Natalia Jiménez”, anunció una voz.
Enfundada en un vestido negro con detalles plateados, la cantante finalmente se presentó ante los asistentes, saliendo de una puerta en la pantalla central del escenario. Como un tributo a la balada romántica, inició su viaje musical con “El triste”, de José José, un himno de desamor que al final se convirtió en una explosión de serpentinas de colores.
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“Buenas noches, muchas gracias. Se me salió la lágrima, acabo de entrar y ya lloré todo… así que prepárense, porque este concierto va a estar lleno de emociones”.
Con ese aviso, el repertorio se tornó en un homenaje a los temas que marcaron la infancia de Natalia: “Vivir así es morir de amor” de Camilo Sesto, “Gavilán o paloma” de Pablo Abraira y “Como una ola” de Rocío Jurado.
“Recuerdo que de chiquitita escuchaba estas canciones con mis papás, y he decidido cantarlas en esta gira porque me encantan”, dijo.
La noche también tuvo su dosis de regional mexicano con “Si no te hubieras ido” de Marco Antonio Solís. Moviéndose de un lado a otro del escenario, la artista interactuaba con el público entre canciones y lanzaba claveles blancos.
“Me parece muy chistoso porque en el camerino donde me estoy quedando conocí a Juan Gabriel”, compartió. “Me invitó a cantar y ahí fue donde lo conocí. Ahora, estar aquí interpretando sus canciones me pone los pelillos de punta”. Su conexión con el Divo de Juárez se materializó en “Si quieres”.
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La noche avanzó con una mezcla de pop y ranchera, entre canciones propias y ajenas. “Perdición”, “La frase tonta de la semana” y “Recuérdame” resonaron con fuerza antes de que pidiera al público encender sus celulares para el siguiente tema.
“Esta canción va de mi corazón al tuyo, porque sé quién eres, porque tú y yo somos iguales.
Aquí todos sufrimos de los mismos males. Esta canción es para ti porque creo en ti”. La frase dio paso a “Creo en mí”, acompañada de una lluvia de papeles blancos.
Tras unos minutos de ausencia, Natalia apareció a ritmo de bolero y con un vestido rojo. “Cien años”, “Sabor a mí” y “Perfume de gardenias” evocaron la nostalgia de las voces de antaño. “Oigan, esta canción es una de las más grandes de México”, anunció antes de entonar “Bésame mucho” y luego “Piel canela”, sumergiendo al público en un ambiente de serenata y bohemia.
El tercer acto de la noche fue una celebración de su amor por la música mexicana. Con una falda rosa pastel, un saco de mariachi y un sombrero, Natalia volvió acompañada del Mariachi Gavilanes de José Alfredo Jiménez para interpretar “Canta, canta, canta”.
Mientras papelitos y humo envolvían el escenario, el Ballet Folklórico de Jalisco llenó la escena de color y tradición.
“La gata bajo la lluvia” y “Te quiero”, junto a Carlos Rivera, fueron las canciones que el público coreó con más fuerza. “Ay, que me pongo nerviosa, qué guapo es Carlos, ¡aviento flores para quitarme el nervio!”, bromeó.
Con “Quédate con ella” parecía llegar el final del concierto, pero faltaba un poco más. “¡Cómo me voy a ir sin cantar ‘El sol no regresa’!”, exclamó antes de que los primeros acordes desataran el clímax del concierto. Como despedida, interpretó “El Rey”, una muestra de que el corazón de Natalia late al ritmo mexicano.