El Jaguar: Símbolo de poder para los mayas

Para la civilización maya, el jaguar era mucho más que un animal; representaba el poder, la fuerza y la conexión con lo divino.
Si viste la película “El Dorado” recordarás que Tzekel Kan, el Sumo Sacerdote de la ciudad escondida, adoraba al jaguar, bueno, la razón de es esto, es porque el jaguar simbolizaba la dualidad entre la vida y la muerte, el día y la noche.
Según las creencias mayas, el Dios del Sol se transformaba en jaguar al caer la noche para poder viajar por el inframundo, protegiendo a los vivos y venciendo a las fuerzas del mal. Esta conexión entre el jaguar y el inframundo otorgaba al felino un rol de guardián y guía en el tránsito hacia la otra vida, siendo un símbolo de regeneración y resurrección.

Este vínculo con el jaguar también se reflejaba en la religión y los rituales. Los sacerdotes como Tzekel Kan, que podían canalizar el poder del jaguar eran considerados intermediarios entre el mundo de los dioses y los humanos. A través de rituales de transformación, se creía que los chamanes podían asumir las cualidades del jaguar para acceder a planos espirituales y adquirir sabiduría divina.
Además, los mayas relacionaban al jaguar con el poder político y militar. Los gobernantes y guerreros de élite solían identificarse con el jaguar para manifestar su autoridad y ferocidad.
A lo largo de los siglos, la figura del jaguar ha perdurado en las culturas descendientes de los mayas, manteniendo su simbolismo de poder, protección y conexión espiritual.
En la actualidad, el jaguar sigue siendo un emblema de la rica herencia cultural de los pueblos indígenas de Mesoamérica y un recordatorio de la profunda relación entre la naturaleza y lo sagrado en las antiguas civilizaciones.