Con la llegada de la Noche de Brujas, la atmósfera se llena de misterio y suspenso. Es el momento perfecto para compartir historias que nos hacen reflexionar sobre lo desconocido. Hoy, te traemos una leyenda inquietante: la historia de Juan del Monte, un ente que se manifiesta en la selva de la Península.
Esta historia se remonta a la época prehispánica en la región. Se decía que la madre naturaleza creó un pequeño anima para cuidar de su creación, un ser conocido como San Juan del Monte. Su labor consiste en proteger plantas y animales, asegurándoles alimento y resguardo. Sin embargo, Juan del Monte también es un guardián que no recibe con agrado a quienes invaden su territorio, y se dice que los hombres le temen.
Gustavo y su amiga Geraldine viajaron a una remota comunidad para revisar una herencia familiar. Después de un largo trayecto, se instalaron en la casa de una prima de Gustavo, que había dejado el lugar para buscar nuevas oportunidades. A pesar de la belleza del entorno, el joven le advirtió a Geraldine que durante la noche se escuchaban llantos de una mujer cerca del río. Ella, escéptica, lo tomó como una broma.
Esa noche, mientras exploraban, Gustavo vio una luz blanca en la selva y sintió la curiosidad de seguirla. Sin embargo, Geraldine, recordando historias sobre los aluxes, lo disuadió. Después de un rato, la luz desapareció, dejándolos inquietos.
Cuando se preparaban para dormir, Geraldine notó una sombra oscura en la esquina de su habitación, pero decidió no mencionarlo. A la mañana siguiente, Gustavo, pálido y asustado, reveló que había tenido una pesadilla aterradora en la que esa misma sombra lo había acechado.
Un habitante del pueblo, al ver su inquietud, les comentó que habían cruzado caminos con Juan del Monte, el espíritu guardián de la selva. Les explicó que debieron haber pedido permiso antes de entrar a su territorio, pues este ente protege la naturaleza y a aquellos que la visitan. Se recomienda que, al ingresar a la selva, se pida permiso a San Juanito, asegurando que amarre a los animales para evitar encuentros desafortunados. De no hacerlo, podrían toparse con serpientes venenosas o incluso atraer la ira de Juan del Monte, quien a menudo avisa a los intrusos con un silbido incesante.
Ahora ya lo sabes, la leyenda de Juan del Monte nos recuerda que el respeto por los espíritus de la naturaleza y sus territorios es fundamental, especialmente en noches como la de brujas, donde lo desconocido puede volverse tangible.