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¿Es enero el mejor mes para crear hábitos? Esto es lo que revela la ciencia

Especialistas en psicología y neurociencia cuestionan que los propósitos de Año Nuevo garanticen cambios duraderos

Aunque enero se asocia tradicionalmente con nuevos comienzos, la evidencia científica indica que adoptar hábitos exitosos no depende del calendario, sino de la motivación personal, la acción inmediata y la constancia a largo plazo.

El inicio de un nuevo año suele impulsar a millones de personas a establecer propósitos relacionados con la salud, el bienestar o el desarrollo personal. Hacer ejercicio, mejorar la alimentación o aprender algo nuevo son metas recurrentes cada enero; sin embargo, la ciencia pone en duda que comenzar un hábito en una fecha específica aumente las probabilidades de mantenerlo.

De acuerdo con reportes difundidos por National Geographic, no existen pruebas concluyentes que demuestren que enero —o cualquier otro mes— sea el momento ideal para generar cambios sostenibles. Estudios en psicología conductual señalan que solo dos de cada diez personas logran cumplir sus propósitos de Año Nuevo a largo plazo, lo que evidencia que la motivación inicial suele desvanecerse con rapidez.

Wendy Wood, psicóloga conductual de la Universidad del Sur de California y autora del libro Good Habits, Bad Habits, afirma que no hay investigaciones que respalden la idea de que iniciar un hábito en enero, octubre o cualquier otra fecha incremente las posibilidades de éxito.

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Pese a ello, los propósitos de Año Nuevo mantienen su popularidad por un fuerte componente social. Expertos explican que las personas buscan pertenencia y apoyo colectivo, por lo que ritualizar el cambio en fechas compartidas refuerza la sensación de compromiso y acompañamiento.

La neurocientífica Selena Bartlett, de la Universidad Tecnológica de Queensland, sostiene que estos rituales responden al impulso humano de sentirse parte de algo más grande. A esto se suma el concepto de “hitos temporales”, como cumpleaños o graduaciones, que psicológicamente se perciben como oportunidades de reinicio.

Estos momentos pueden aportar motivación externa y rendición de cuentas. Investigaciones citadas por National Geographic muestran, por ejemplo, que quienes intentan bajar de peso acompañados suelen obtener mejores resultados gracias al apoyo mutuo.

No obstante, los especialistas advierten que la motivación colectiva también puede debilitarse. La comparación con otros, la dependencia del entusiasmo ajeno o la pérdida de interés cuando pasa la novedad suelen afectar la continuidad de los hábitos.

La evidencia científica apunta a que los cambios más duraderos suelen originarse en experiencias personales significativas, como problemas de salud o situaciones económicas complejas. El psiquiatra Harold Hong señala que estos “puntos de inflexión” generan una motivación más profunda y estable que seguir una tendencia social temporal.

Además, los expertos coinciden en que actuar de inmediato es fundamental. Aprovechar los momentos de motivación para crear estructuras claras —horarios, compromisos o pagos recurrentes— ayuda a sostener el hábito cuando el entusiasmo inicial disminuye.

Entre las estrategias más efectivas destacan dividir los objetivos en metas pequeñas, vincular el nuevo hábito a uno ya existente y ofrecerse recompensas inmediatas. También se enfatiza la importancia de mantener el intento tras un tropiezo, ya que la formación de hábitos es un proceso gradual y no lineal.

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