¿Adiós a las uvas en Año Nuevo? Las frutas que ganan terreno en la nueva tendencia
El ritual de las 12 campanadas se reinventa con alternativas más prácticas y sabrosas sin perder su significado

Aunque comer 12 uvas sigue siendo una de las tradiciones más arraigadas de Año Nuevo, cada vez más personas optan por sustituirlas con otras frutas o bocados simbólicos que facilitan el ritual y se adaptan a los gustos actuales.
Con la llegada de las 12 campanadas y el inicio de un nuevo año, regresan los rituales que prometen suerte, amor y prosperidad. Entre ellos, el más popular es comer 12 uvas, una por cada mes del año. Sin embargo, en los últimos años ha surgido una pregunta recurrente: ¿es necesario seguir la tradición tal como se ha hecho siempre?
La costumbre de comer uvas en Año Nuevo tiene su origen a finales del siglo XIX y principios del XX. Una de las versiones más difundidas señala que en 1909 productores de Alicante promovieron su consumo para aprovechar un excedente de uva blanca. No obstante, registros anteriores indican que hacia 1880, grupos populares en Madrid ya comían uvas en la Puerta del Sol como una forma de sátira hacia las élites que celebraban con uvas y champagne en reuniones privadas.
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Con el tiempo, este gesto se transformó en un símbolo de buena suerte. A pesar de ello, para muchas personas el ritual puede resultar poco práctico, especialmente después de una cena abundante, ya que las uvas con piel y semillas dificultan seguir el ritmo de las campanadas.
Ante esto, han surgido alternativas que conservan el espíritu del ritual. Los arándanos destacan como una de las opciones más populares por su tamaño pequeño y facilidad para comerlos. También se han vuelto comunes las frambuesas y moras, que ofrecen un sabor más intenso y una textura suave.
Quienes prefieren no abandonar por completo las uvas, optan por versiones peladas y sin semillas, variedades más dulces o presentaciones creativas como brochetas, uvas escarchadas o servidas en copas con vino espumoso. Incluso hay quienes eligen 12 bocados simbólicos de otras frutas, chocolates pequeños o gomitas.
Más que eliminar una tradición, la tendencia apunta a adaptarla. El objetivo sigue siendo el mismo: pedir un deseo con cada campanada y comenzar el año con optimismo, disfrutando el momento sin complicaciones.





