Somalilandia obtiene su primer reconocimiento oficial como nación independiente tras 34 años; Somalia condena la medida

En una decisión que sacude el tablero geopolítico del Cuerno de África, Israel ha oficializado el reconocimiento de Somalilandia como estado soberano. Mientras Hargeisa celebra un “momento histórico”, Somalia y sus aliados condenan la medida, reavivando las tensiones en una región marcada por décadas de conflictos y divisiones.
El mapa político de África podría estar a punto de redibujarse. Este viernes, Israel se convirtió en la primera nación del mundo en reconocer formalmente a Somalilandia como un país independiente, poniendo fin a más de tres décadas de aislamiento diplomático para este territorio de 137,600 km² (similar en tamaño a Nicaragua).

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, validó la soberanía de la región que proclamó su separación de Somalia en 1991. Para el presidente de Somalilandia, Abdirahman Mohamed Abdullahi, esto representa un “momento histórico” que podría abrir las puertas a los mercados internacionales. Sin embargo, la reacción no se hizo esperar: los ministros de Asuntos Exteriores de Somalia, Egipto, Turquía y Yibuti emitieron un comunicado de “rechazo total”, considerando el acto como una violación a la integridad territorial somalí.
Un “divorcio” marcado por la sangre y la tiranía
La historia de Somalilandia es una de las más complejas del continente. Fue un protectorado británico hasta su independencia el 26 de junio de 1960, pero su autonomía duró apenas cinco días antes de unirse a la Somalia italiana para formar la República de Somalia. Esa unión resultó desastrosa. El descontento creció bajo la dictadura del general Mohamed Siad Barre, quien tras un golpe de Estado en 1969 instauró un régimen brutal. Barre prometió: “Cuando me vaya de Somalia, dejaré edificios, pero no gente”. Cumplió su amenaza con bombardeos masivos en Hargeisa (la capital somalilandesa) entre 1987 y 1989, perpetrando lo que la ONU calificó como un genocidio contra el pueblo isaaq. Tras el derrocamiento de Barre en 1991, Somalilandia declaró unilateralmente su independencia, buscando distanciarse del caos del sur.
También podría interesarte:
Un Estado que funciona, pero no existe
Durante los últimos 34 años, Somalilandia ha sido una rareza política. A diferencia de Somalia, que ha estado plagada de terrorismo y anarquía, este territorio es un oasis de relativa estabilidad. Funciona como un Estado pleno: tiene su propia moneda, bandera, pasaportes, fuerza policial y un Parlamento. Además, se le considera un ejemplo democrático en la región, con transiciones de poder pacíficas. Periodistas internacionales han documentado cómo, mientras en Mogadiscio (Somalia) requieren escoltas armados para moverse, en Hargeisa se respira seguridad. A menudo se le compara con Taiwán, nación con la que estableció lazos en 2020, compartiendo la paradoja de ser independientes de facto, pero ignorados de jure por la comunidad internacional.
Tensión geopolítica en el Cuerno de África
El reconocimiento israelí no es un hecho aislado, sino una pieza más en un rompecabezas volátil. En enero de 2024, Somalilandia ya había firmado un polémico acuerdo con Etiopía para ceder acceso al mar a través del puerto de Berbera, lo que enfureció a Somalia. Ahora, con el respaldo de Israel, Somalilandia fortalece su posición, pero también aumenta el riesgo de conflicto. Mogadiscio insiste en que la integridad del país “no es negociable”, y aunque el gobierno somalí lucha por contener a grupos extremistas como Al Shabaab, ve en la secesión del norte una amenaza existencial. La comunidad internacional observa con cautela: si Somalia no logra estabilizarse, el precedente de Israel podría ser la ficha de dominó que faltaba para que otros países acepten la realidad irreversible de Somalilandia.





