El objeto interestelar 3I/ATLAS continua en nuestro sistema solar y dispara especulaciones sobre tecnología avanzada
Astrofísico de Harvard, Avi Loeb, insiste en que la aceleración anómala y el color "más azul que el Sol" podrían ser un motor artificial, mientras la NASA afirma que es un cometa natural.

El cuerpo celeste, el tercer visitante de este tipo detectado, exhibe una aceleración no gravitacional y una coloración inusualmente azul, características que un experto de renombre mundial interpreta como posibles indicios de tecnología avanzada.
A la espera de nuevas observaciones cruciales en diciembre, la comunidad científica se divide entre la explicación cometaria tradicional y la intrigante hipótesis artificial.
El 3I/ATLAS ha desconcertado a los astrónomos al registrar una aceleración constante que no puede ser justificada únicamente por la fuerza de gravedad solar. Aunque este fenómeno suele asociarse con la liberación de gas y polvo (outgassing) de un cometa, el objeto ha exhibido otras rarezas, como un tono “más azul que el Sol” y una composición química que incluye níquel puro, elementos atípicos para un cometa natural.
El doctor Avi Loeb, astrofísico de la Universidad de Harvard, ha sido la voz más prominente en sugerir una hipótesis artificial. En su análisis, propone que la aceleración y la inusual coloración azul podrían ser la “firma tecnológica de un motor interno” o una fuente de luz artificial.
Postura oficial de la NASA
Mientras tanto, la NASA mantiene una postura oficial cautelosa. El administrador interino, Sean Duffy, ha declarado en sus redes sociales que las observaciones confirman a 3I/ATLAS como un cometa de origen natural, negando cualquier teoría sobre una amenaza o presencia extraterrestre. Sin embargo, la agencia ha recibido críticas de Loeb por la supuesta retención de imágenes cruciales de alta resolución captadas cerca de Marte en octubre, un retraso que, según fuentes, estaría relacionado con el cierre administrativo del gobierno estadounidense que afectó a dependencias clave.
El objeto tuvo su máxima aproximación al Sol (perihelio) a finales de octubre de 2025 y reaparecerá para una mejor observación telescópica desde la Tierra a principios de diciembre de 2025, ofreciendo la mejor oportunidad para analizar si desarrolla la gran nube de gas y polvo esperada de un cometa en desintegración o si, por el contrario, mantiene sus características anómalas.







