China redirige su comercio global para enfrentar la guerra arancelaria con Estados Unidos
Las exportaciones al mercado estadounidense caen, pero Pekín fortalece sus ventas en Asia, África, Europa y América Latina mientras aprovecha su influencia en sectores estratégicos.

La guerra comercial entre China y Estados Unidos ha reducido las exportaciones chinas al mercado norteamericano, pero Pekín compensa con mayores ventas en otras regiones. Al mismo tiempo, muestra su capacidad de presión en áreas clave como tierras raras y soya.
La guerra comercial entre China y Estados Unidos, marcada por la imposición de altos aranceles, ha provocado una caída cercana al 15% en las exportaciones chinas hacia el mercado estadounidense en lo que va del año. Sin embargo, el país asiático ha logrado mantener el dinamismo de su economía mediante el redireccionamiento de sus productos hacia Asia, África, Europa y América Latina, donde su superávit comercial sigue en ascenso.
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Según datos oficiales, hasta agosto el superávit de China alcanzó 785,800 millones de dólares, frente a los 612,600 millones del año pasado. Sectores como los vehículos eléctricos y los paneles solares han logrado penetrar nuevos mercados, consolidando la presencia de empresas chinas en el extranjero.
Además, Pekín ha aprovechado las últimas décadas de inversión en infraestructura global para afianzar relaciones económicas y estratégicas en países en desarrollo, lo que le permite mitigar el impacto de las restricciones impuestas por Washington.
No obstante, el auge exportador contrasta con las debilidades internas: la economía china enfrenta una crisis inmobiliaria, bajo consumo, desempleo juvenil y riesgos deflacionarios que amenazan su meta de crecimiento del 5% anual.
China también ha usado su poder geopolítico como herramienta de negociación. En abril, respondió a los aranceles de Estados Unidos restringiendo las exportaciones de tierras raras, materiales clave para la industria tecnológica y militar, de los que controla cerca del 80% de la producción mundial. Asimismo, ha suspendido compras de soya estadounidense, afectando directamente a los agricultores del Medio Oeste.
Con estas medidas, Pekín busca demostrar que, pese a la presión de Washington, aún conserva un margen significativo de influencia en la economía global.