La NASA responde a los españoles que quieren viajar a la Luna en 2026: sólo necesitas un requisito

La ilusión de pisar la Luna vuelve a circular por redes y titulares, pero la advertencia de la NASA es clara: soñar está permitido, reservar plaza no. La agencia espacial estadounidense ha subrayado que el viaje humano previsto en 2026 forma parte de la campaña Artemis y que, para ese vuelo en concreto, solo los astronautas seleccionados cumplen el requisito para embarcar en la nave Orión.
La confusión se explica: después de más de cinco décadas sin misiones tripuladas lunares, la idea de que “cualquiera” pueda comprar un viaje ha cobrado fuerza gracias al auge de empresas privadas. Sin embargo, Artemis II no es un vuelo comercial —es un ensayo con tripulación para certificar sistemas críticos de soporte vital, maniobras orbitales y operaciones en espacio profundo antes de Artemis III, la misión prevista para llevar astronautas a la superficie lunar.
Un requisito: pertenecer a la tripulación de Artemis
La NASA ha sido tajante: el único requisito para volar en Artemis II es ser parte de la tripulación designada por las agencias implicadas en la campaña (NASA, socios internacionales y agencias asociadas). Eso implica años de formación, experiencia técnica, certificaciones médicas y la selección formal por los programas de astronautas nacionales o por acuerdos bilaterales entre agencias. Para 2026 la tripulación anunciada incluye a Reid Wiseman, Victor Glover y Christina Koch (NASA) y al canadiense Jeremy Hansen (CSA), por lo que no hay cupo abierto para civiles.
Qué hará Artemis II y por qué importa
Artemis II será el primer vuelo tripulado de la nueva arquitectura SLS + Orión. Su objetivo no es alunizar, sino validar en vuelo tripulado sistemas que permitirán misiones lunares posteriores: comprobación del soporte vital de Orión, demostración de las maniobras de inyección hacia la trayectoria de retorno libre lunar y ensayo de procedimientos de misión en espacio profundo. Orión realizará dos órbitas terrestres de verificación antes de dirigirse en un sobrevuelo lunar que lo devolverá a la Tierra.
Ese perfil convierte a Artemis II en un ensayo crítico: si funciona, allana el camino para que Artemis III intente un descenso a la superficie lunar y para que, a medio plazo, se desplieguen misiones más frecuentes y variadas (científicas, comerciales y quizá turísticas).
¿Qué significa esto para los españoles que sueñan con la Luna?
Para un ciudadano español medio, el aviso de la NASA tiene dos lecturas prácticas. La primera, inmediata: no existe una vía directa para “comprar” un asiento en Artemis II; el acceso pasa por las vías oficiales de astronautas (Agencia Espacial Europea, convocatorias nacionales, acuerdos internacionales) o por un contrato con una agencia o empresa que coordine una plaza tripulada —procesos largos y muy selectivos.
La segunda, prospectiva: la combinación de programas públicos (Artemis) y la pujanza del sector privado (vuelos suborbitales y orbitales comerciales, compañías de hábitats) hace plausible que en la próxima década las oportunidades para civiles adinerados o profesionales patrocinados se multipliquen. Para España, la puerta abierta está en la colaboración tecnológica, la formación STEM y la participación en proyectos europeos que puedan facilitar la selección de candidatos y contratos industriales.