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Balamkú: el templo del jaguar y su conexión con el inframundo maya

El hallazgo en Campeche reveló un friso único que representa la cosmovisión maya sobre la vida, la muerte y el poder dinástico.

El sitio arqueológico de Balamkú, en Campeche, guarda un tesoro único en el mundo maya: un friso de estuco que simboliza el inframundo y la ascensión al poder real. Descubierto tras un reporte de saqueo en 1990, este hallazgo ofrece una ventana al pensamiento religioso y político de los antiguos mayas.

Un hallazgo producto de un saqueo

En 1990, tras denuncias de saqueos en una zona poco conocida de Campeche, especialistas del INAH iniciaron excavaciones en Balamkú. El sitio, cuyo nombre en maya significa “Templo del Jaguar”, reveló un friso de estuco policromado que había permanecido oculto durante siglos.

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La historia de Balamkú

Balamkú fue habitado desde el Preclásico Medio (600-300 a.C.) y tuvo su auge hasta el Clásico Terminal (800-1000 d.C.). Aunque de tamaño mediano en comparación con ciudades como Calakmul o Chichén Itzá, el asentamiento muestra influencia de grandes centros mayas como Tikal, Nakbé y El Mirador.

La zona se divide en tres grupos principales: Sur, Central y Norte. Entre sus estructuras destacan pirámides, plazas y plataformas que reflejan el estilo arquitectónico del Petén. Actualmente, solo los grupos Sur y Central están abiertos al público.

El friso del inframundo

El hallazgo más notable de Balamkú es un friso de 16.60 metros de largo por 1.80 metros de alto, elaborado entre los años 550 y 600 d.C. Representa escenas de ascensión real acompañadas de jaguares, vinculando el poder político con la cosmovisión del inframundo.

Según el INAH, el rey es representado saliendo de la boca del “Monstruo de la Tierra”, en una metáfora solar que equipara su vida y muerte con el ciclo del astro. Este simbolismo muestra la visión maya sobre la continuidad del poder y la relación entre lo terrenal, lo celestial y lo subterráneo.

Una joya arqueológica de México

El friso de Balamkú se conserva en excelente estado gracias a que fue cubierto intencionalmente durante la construcción de una nueva estructura. Para los mayas, el Sol, representado en la deidad Kinich Ahau, era el creador del tiempo, la luz y los ciclos cósmicos, elementos presentes en este monumento.

Actualmente, México cuenta con más de 49 mil sitios arqueológicos registrados y al menos un millón por documentar. Sin embargo, solo 193 están abiertos al público, siendo Balamkú una de las joyas menos conocidas que poco a poco revela sus secretos.

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