Deportaciones masivas en Estados Unidos

José Miguel Martínez
Desde que inició la campaña de Trump y JD Vance, su actual vicepresidente, sostuvieron una y otra vez que deportarían a más de un millón de personas en su primer año. Esto con ayuda del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), aunque la realidad es que ha sido más complicado de lo que anticiparon. Aun así, las deportaciones, indudablemente, están siendo mucho más mediáticas que en los gobiernos pasados.
Como sabemos, a Trump le encanta mediatizar todo, incluyendo las deportaciones, buscando superar el mayor número de deportaciones, alcanzado por Barak Obama con 400 mil migrantes repatriados (datos de la BBC). Superar dicha meta parece francamente irreal, pero sin duda sirve para infundir miedo en la población, reforzándolo por medio de mensajes en televisión, amenazando a la población migrante públicamente.
Existen varios problemas para Trump derivados de los 11 millones de migrantes irregulares que existen hoy en Estados Unidos. Uno de ellos es que más del 79 por ciento lleva viviendo en su territorio desde hace más de 12 años, (según la BBC). Aunado a esto, datos del American Immigration Council muestran que más de 4.1 millones de niños viven con un padre o madre indocumentada.
Otro de los principales problemas es que la mayoría de migrantes se encuentran en California, estado fuertemente demócrata cuyo gobernador ha declarado en repetidas ocasiones que no permitirá que las deportaciones masivas en su estado.
Contrario a los discursos de odio y los prejuicios hacia ellos, los migrantes en Estados Unidos son personas sumamente trabajadoras. Tanto así que a principios de la administración Trump, representantes de la industria agrícola le pidieron al Gobierno que exonerara a sus empleados para que el campo no parara y no hubiera repercusiones económicas.
Según datos del American Immigration Council, uno de cada cuatro emprendedores es inmigrante; y alrededor de 46 por ciento de las empresas que hoy están en la lista de Fortune 500 (lista donde están las empresas más grandes de Estados Unidos), fueron fundadas por inmigrantes.
En materia fiscal, los migrantes aportaron más de 90 mil millones de dólares en impuestos a los diferentes niveles de Gobierno, tanto federal, como estatal y municipal. Es decir, que por cada 100 dólares que ganan ellos, aportan 16 dólares a las arcas del Estado, (de acuerdo con datos del American Immigration Council).
Por todo lo anterior, deportar a más de un millón de migrantes puede ser una gran estrategia de marketing y sonar muy bien como discurso político, pero en el fondo Estados Unidos está fundado y sostenido por inmigrantes. El mismo presidente viene de migrantes, pues su madre es escocesa y su padre alemán.
Al instar a esta cacería de brujas, lo único que está propiciando el presidente de Estados Unidos es que su país se fracture más; pero, sobre todo, que se detonen fuertes afectaciones económicas a raíz de estas políticas. Pero ¿valdrá la pena esta estrategia para no perder popularidad de las bases cuando el costo es tan alto, literalmente?