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Agualinda: una celebración viva al manantial que da vida en Hidalgo

Cada mayo, en Acaxochitlán, se honra el agua del manantial de Agualinda con rituales ancestrales, danzas, gastronomía y gratitud, en una de las festividades más entrañables de Hidalgo.

Fiesta de Agualinda: un ritual de gratitud por el agua en Hidalgo

La celebración de Agualinda, en el municipio hidalguense de Acaxochitlán, es una expresión única de agradecimiento a Dios por la abundancia del manantial que abastece de agua a las comunidades locales.

Una tradición con raíces profundas

En diversas regiones del país, el inicio de las lluvias y los tiempos de siembra han estado ligados desde tiempos prehispánicos a ceremonias comunitarias. En Acaxochitlán, esta conexión se materializa en la Fiesta de Agualinda, un ritual colectivo donde se honra el agua del manantial que sostiene la vida local.

Orígenes históricos y culturales

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Esta festividad, celebrada por distintos barrios de Acaxochitlán, se remonta por lo menos a mediados del siglo XX, aunque su origen probablemente se encuentre en antiguas prácticas otomíes. La fiesta se lleva a cabo del 3 al 11 de mayo, como parte de los festejos de la Santa Cruz. Cada día corresponde a uno de los nueve barrios del municipio, culminando el último martes de mayo con la ceremonia principal en el manantial de Agualinda, en el barrio de Tlamililolpa.

El manantial, símbolo de vida y sustento

La comunidad agradece a Dios la generosidad del manantial, que en el pasado abastecía la cabecera municipal y hoy alimenta un pozo vital para las zonas cercanas. En una región dedicada a la agricultura de maíz y jitomate, este recurso es esencial. La jornada comienza con una misa campestre, seguida de la colocación de una cruz decorada con flores y listones.

Música, danza y símbolos rituales

La celebración continúa con danzas tradicionales, destacando la coreografía que acompaña al canto de la Xochipitzáhuatl. Durante estas expresiones se utiliza el xochimapal, una vara decorada con flores, hojas, frutas y pan que representa la fertilidad de la tierra y la unión con lo sagrado.

Gastronomía y alegría comunitaria

A la par del rito, la explanada se llena de vida con una verbena popular. Ahí, decenas de puestos ofrecen delicias como tlacoyos, molotes, tamales, meminques, mixiotes y dobladitas. Música en vivo, juegos mecánicos, pirotecnia y una colorida cabalgata desde Santa María Nativitas completan esta fiesta donde la tradición y la gratitud se entrelazan.

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