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Trump reaviva las tensiones comerciales, esta vez con Europa y Apple

En un nuevo episodio de tensión comercial, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a encender las alarmas globales al anunciar posibles incrementos arancelarios dirigidos tanto a la Unión Europea como a Apple, una de las principales compañías tecnológicas del país de Norte América. Las declaraciones del mandatario, publicadas en su red Truth Social este viernes por la mañana, generaron reacciones inmediatas en los mercados y renovaron el temor a una escalada en la guerra comercial global.

Según el presidente, las negociaciones con los países del bloque europeo “no van a ninguna parte” y, por ello, recomendó imponer un arancel del 50% a las importaciones europeas a partir del próximo 1 de junio.

“La Unión Europea, que se formó con el propósito principal de aprovecharse de Estados Unidos en el COMERCIO, ha sido muy difícil para negociar”, escribió Trump, acusando al bloque de políticas injustas hacia los productos estadounidenses.

El mensaje llega después de semanas de negociaciones entre funcionarios estadounidenses y representantes europeos, encabezados por el comisario de Comercio de la UE, Maros Sefcovic. Pese a los intentos del bloque por llegar a un acuerdo –incluyendo la propuesta de eliminar los aranceles sobre productos industriales si EE. UU. hacía lo mismo–, el Ejecutivo estadounidense ha insistido en mantener la presión.

Uno de los blancos directos de estas amenazas también es Apple. Trump señaló que los iPhones vendidos en territorio estadounidense deberían fabricarse en el país, no en India u otros destinos. También dejó entrever que los aranceles del 25% podrían aplicarse no solo a Apple, sino también a otras marcas como Samsung si producen fuera del país.

“Supongo que a finales de junio” sería el inicio de estas nuevas tarifas, indicó.

Apple, cuya cadena de suministro depende de una compleja red internacional con presencia destacada en China, India y Vietnam, podría enfrentar costos adicionales significativos si estas medidas se concretan. Las acciones de la compañía cayeron aproximadamente un 3% tras las declaraciones, y arrastraron con ellas al índice S&P 500, que abrió con una baja de más del 1%.

La reacción no se limitó al sector tecnológico. En Europa, los fabricantes de automóviles fueron los más golpeados: las acciones de Stellantis y Mercedes-Benz descendieron en torno al 4,5%, mientras que Volkswagen y Porsche sufrieron caídas superiores al 3%. El Instituto Kiel para la Economía Mundial estima que estas políticas podrían reducir las exportaciones europeas a EE. UU. en un 20% a corto plazo, elevando al mismo tiempo los precios en territorio estadounidense más de un 6%.

Desde el ámbito económico, Austan Goolsbee, presidente del Banco de la Reserva Federal de Chicago, advirtió en CNBC que estas medidas “plantean el riesgo de precios más altos y menor crecimiento”, calificándolas de “realmente aterradoras para la cadena de suministro”. Según Goolsbee, la volatilidad de las decisiones impide que las empresas planifiquen e inviertan con claridad.

Mientras tanto, desde Europa se espera una respuesta cautelosa. Según fuentes diplomáticas, varios países miembros de la UE han cuestionado la falta de claridad en las demandas estadounidenses y han mostrado preocupación ante la posibilidad de que cualquier concesión sea seguida por nuevos cambios unilaterales desde Washington.

Funcionarios del bloque, como Sabine Weyand, han mantenido rondas de diálogo en la capital estadounidense, pero los avances han sido escasos. En paralelo, la UE prepara contramedidas que podrían incluir aranceles a productos estadounidenses como maquinaria, ropa, soja e incluso bourbon, en caso de que no haya avances concretos.

En medio de estas tensiones, China busca aprovechar la coyuntura. El presidente Xi Jinping mantuvo recientemente una conversación con el canciller alemán Friedrich Merz, en la que propuso a China como un socio económico confiable y alentó una mayor cooperación en sectores estratégicos como automoción, tecnología avanzada y productos químicos.

En el plano interno, Apple ha reiterado su compromiso con la inversión en Estados Unidos, anunciando que gastará más de 500.000 millones de dólares en el país durante los próximos cuatro años. La empresa también planea adquirir chips de inteligencia artificial producidos localmente y fabricar servidores en Houston. Sin embargo, no ha habido declaraciones sobre una posible relocalización de la producción de iPhones, iPads o Macs.

La tensión crece mientras se aproxima julio, mes en el que podrían entrar en vigor nuevos aranceles. Entre acusaciones cruzadas, incertidumbre económica y falta de acuerdos concretos, el panorama comercial entre Estados Unidos y Europa se mantiene más volátil que nunca. Como expresó uno de los funcionarios estadounidenses en entrevistas recientes: “El mundo funciona como Donald Trump cree que va a funcionar”.

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