En una ceremonia marcada por divisiones políticas y un clima de inseguridad creciente, Daniel Noboa asumió oficialmente su segundo mandato como presidente de Ecuador.
Tras completar 18 meses en el cargo gracias a la victoria en las elecciones extraordinarias de 2023, el mandatario ahora inicia un período constitucional completo que se extenderá hasta mayo de 2029.
El acto de investidura tuvo lugar en la Asamblea Nacional, pero se vio empañado por la ausencia de los legisladores del movimiento Revolución Ciudadana, fuerza política vinculada al expresidente Rafael Correa. En un comunicado difundido poco antes del evento, el bloque calificó la toma de posesión como una “investidura nacida del fraude”.
El presidente de la Asamblea, Niels Olsen, miembro del oficialista Acción Democrática Nacional (ADN), fue el encargado de colocar la banda presidencial a Noboa. La ceremonia contó con la participación de representantes de 93 delegaciones internacionales, aunque solo dos jefes de Estado estuvieron presentes: Dina Boluarte, de Perú, y Gustavo Petro, de Colombia. Este último no evitó las declaraciones políticas y abogó por un “diálogo nacional” en Ecuador, además de referirse al exvicepresidente Jorge Glas como un “preso político”.
Durante su intervención, que se extendió por veinte minutos, el mandatario reiteró su promesa de enfrentar frontalmente al crimen organizado, al que responsabilizó de la actual crisis de violencia. “Esta no es una lucha contra la delincuencia común. Es una confrontación directa con estructuras criminales organizadas, con redes que operan dentro y fuera del país”, afirmó.
Pese a que su anterior administración también prometió una reducción progresiva de homicidios, las cifras indican un agravamiento. Entre enero y abril de 2025 se registraron 3.094 homicidios intencionales, lo que representa un aumento del 58% respecto al mismo período de 2024, consolidando una tendencia que amenaza con convertir este año en el más violento en la historia del país.
En un gesto simbólico, Noboa agradeció a su madre, Anabella Azín, ahora asambleísta por el movimiento ADN, por su retorno a la política. También destacó la presencia de su nueva vicepresidenta, María José Pinto, tras la inhabilitación política de la anterior segunda mandataria, Verónica Abad, sancionada por el Tribunal Contencioso Electoral debido a una infracción electoral por violencia política de género.
Noboa, de 37 años, hijo del empresario Álvaro Noboa, llega a este nuevo período con una posición fortalecida en el Legislativo. Su partido cuenta con 66 escaños y ha consolidado una mayoría parlamentaria con aliados estratégicos. La presidencia y la primera vicepresidencia del Parlamento están en manos del oficialismo, mientras que la segunda vicepresidencia ha sido asignada a Pachakutik. Revolución Ciudadana quedó al margen de los principales cargos legislativos.
Entre sus primeras acciones, el mandatario espera que la Asamblea Nacional tramite un proyecto económico urgente centrado en combatir la economía criminal, una de las principales fuentes de financiamiento del crimen organizado en el país.
Con respaldo institucional y un escenario legislativo favorable, pero frente a una grave crisis de seguridad, Daniel Noboa comienza su mandato con el reto de transformar promesas en resultados concretos, en medio de un país que busca con urgencia estabilidad y liderazgo.
