La gobernadora, Layda Sansores, decidió destituir a dos funcionarios y convocar a los policías al diálogo. Sin embargo, su intento se vio desafiado por la firmeza de los agentes, quienes reiteraron su demanda de que Marcela se aleje del cargo.
Poco después, Layda sorprendió a los policías que mantenían tomada la SPSC. Se adentró en el lugar, enfrentándose directamente a la situación que había delegado previamente a otros.
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Su acción fue impulsada por la urgencia. La visita de AMLO estaba programada para el día siguiente y, aunque antes había evitado actuar, ahora intentaba remediar la situación. No quería mostrar debilidad frente a su superior, pero su estrategia falló estrepitosamente.
A pesar de sus intentos por explicar, dialogar y mostrar empatía como gobernadora, Layda no pudo controlar su disgusto mientras los policías expresaban sus demandas, lo que resultó en un conflicto aún más exacerbado.
Inicialmente los amenazó con acciones legales y la intervención del Ejército o la Guardia Nacional, pero al darse cuenta de que su postura sobre Marcela Muñoz no cambiaría, respondió con desdén: “No estoy aquí para complacer a cada uno de ustedes”.
Esta respuesta provocó una reacción generalizada de desaprobación y algunos policías intentaron calmar la situación. Sin embargo, Layda optó por la provocación como una estrategia para retirarse.
A pesar de los intentos de la gobernadora por mantener su posición, los policías no cedieron. Layda se retiró dejando una atmósfera de descontento y desafío.
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A medida que se alejaba, los policías expresaban su desaprobación y continuaban con sus reclamos. Layda, mientras tanto, se retiraba rápidamente en su vehículo.
Su persistencia en mantener a Marcela en su cargo plantea la pregunta: ¿Qué lleva a Layda a arriesgar su gobierno y la estabilidad social en favor de su cercana colaboradora?.